domingo, 25 de marzo de 2012


  • Manuel Acuña          (1849 - 1873)

Acuña, Manuel (1849 - 1873)
Por el acendrado lirismo de su genio poético, que se eleva en muchos de sus versos a destellos de sublime pasión, Manuel Acuña es considerado como el genuino exponente de la segunda generación romántica.
Destacado representante, por su vida y por su obra, de lo que los estudiosos suelen denominar la segunda generación románticade la historia literaria mexicana. Su inflamado carácter romántico, el lirismo que va apoderándose, poco a poco, de sus anhelos literarios y su naturaleza enfermiza conforman paulatinamente unos poemas en los que se advierten los destellos de su pasión y su extraordinario genio poético, características que la turbulencia de sus amores y desamores irán acentuando, para conducirlo, en medio del éxtasis romántico de la locura de amor rechazado, al suicidio, emulando de este modo el paseo por el amor y la muerte de los grandes dramas del Romanticismo.
La incipiente afición a las letras se impondrá muy pronto en el espíritu del joven aspirante a médico que, ya en 1869, dispuesto a redimir a la humanidad por medio de la enseñanza, las artes y las ciencias, se lanza a lo que va a ser una prolongada y fecunda serie de colaboraciones en distintos diarios y revistas mexicanos. Manuel Acuña comienza así a colaborar en las páginas de numerosas publicaciones periódicas, como El Renacimiento (1869), El Libre Pensador (1870), El Federalista (1871), El Domingo (1871-1873), El Búcaro (1872) y El Eco de Ambos Mundos (1872-1873).

Influido a veces, como en Hojas secas, por el tardío romanticismo español de Gustavo Adolfo Bécquer y transido otras - en Ante un cadáver, por ejemplo - de un materialismo que cuestiona la propia existencia de Dios y se pregunta por el origen y el destino del hombre, por el sentido de su vida en la Tierra, por las razones del amor y el desamor, por la causa final de la injusticia, Acuña va adoptando un tono de encendida protesta existencial y revolucionaria, que no se ve mitigada por la fe religiosa o por el conformismo que debiera ser fruto natural de una cierta madurez, pero que asume en sus poemas humorísticos descarnados acentos de burla.


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